Trump amenaza declarar el ajo como arma de destrucción masiva e invadir España




Trump amenaza con invadir España usando el «temido» ajo como excusa para su última cruzada

¿Qué puede ser más peligroso que un bol de ajo en un restaurante español? Según Donald Trump, nada en el mundo peligra más su sentido del olfato y la estabilidad del mundo como un buen alioli.

Trump enfadado
Donald Trump visiblemente enfadado

Fuentes cercanas a la Casa Blanca, con olor a masa fermentada de pizza, han dejado entrever que el presidente Donald Trump está considerando seriamente declarar el ajo como arma de destrucción masiva. Al parecer, la rebelión de Pedro Sánchez con sus exigencias ha llevado a Trump a buscar motivos aún más inusuales para poner a España bajo la lupa.

La «amenaza» aromática

Tal y como hemos sabido, Trump ha mencionado en una sesión extraordinaria que «ese ingrediente pestilente» podría estar siendo utilizado estratégicamente por el gobierno español para alejar a las narices norteamericanas de su deliciosa gastronomía, cosa que él mismo considera «una estafa olfativa inaceptable».

Trump amenaza declarar el ajo como arma de destrucción masiva e invadir España

La cruzada del ajo

Una sesión improvisada con asesoría presidencial desveló que Trump está tan preocupado por las ingestas masivas de ajo que ha insinuado que, si España no quita este «gas inodoro» del menú, podrían haber represalias diplomáticas variables. Según fuentes consultadas, el rumor se ha extendido hasta Bruselas, donde la UE está ya pensando en organizar un “Día Europeo del Ajo” en respuesta.

Un pretexto para la «defensa» internacional

Según ciertas informaciones, Trump ha visto en este ajo una oportunidad para exigir a España que duplique su contribución en defensa, llegando al tan solicitado 5% del PIB. El presidente ha dicho en rueda de prensa: «Piensen en el ajo como pequeñas bombas de aliento nuclear, ¡necesitamos protección!»

Entre un clima que mezcla aromas de ajo y un toque de ironía política, la UE hasta el momento mira a Estados Unidos con ojos de incredulidad. «Al menos los franceses tienen su queso maloliente para defenderse», comentó un portavoz de Bruselas.

¿Un acercamiento «picante» a la solución?

La diplomacia está llamada a resolver el conflicto herbáceo, y Ursula von der Leyen parece tener en mente ciertos ingredientes para mantener la paz. «Queremos negociar, pero sin prejuicio olfativo», tal y como afirmó en una reciente videollamada con Pedro Sánchez.

Queda por ver si esta crisis alimenticia militar acabará en un comensal internacional o si será solo una de esas amenazas que terminan de un plumazo al siguiente cambio de estación política. Porque, al final del día, ¿quién no ama una buena salsa de alioli?

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