Nacen 12 niños mulatos en un pueblo de 2000 habitantes y el único negro del pueblo es el cura.

El párroco de Bou de Arganda desterrado por sus “milagros de fertilidad” y gracias a la presión de los presuntos cornudos obliga al crack eclesiástico a emigrar

Bou de Arganda (Aragón), 26 de junio de 2025. Tras dos años bendiciendo parejas y bautizando docenas de retoños, el único sacerdote negro de la localidad ha recibido la orden de traslado urgente del arzobispado. ¿El motivo? La sospecha (sin confirmar) de que sus feligresas buscaban “ayuda divina” muy especial.



Párroco de Bou de Arganda de los niños mulatos

El párroco desterrado, quizá demasiado bienvenido en el confesionario.

Un récord de bautizos… y de cotilleos

En apenas 18 meses, la parroquia de Bou de Arganda contabilizó 12 niños mulatos bautizados. Una cifra inédita para una población de apenas 500 habitantes, donde la única persona de raza negra –el propio cura– se había convertido en imán de curiosos y, sobre todo, de madres con intensas ganas de “bendición especial”.

Los vecinos, divididos entre la admiración y el murmullo constante, describen escenas de espera en la puerta de la iglesia al amanecer, listas de confirmación rellenas a mano y hasta un grupo de WhatsApp llamado “Mujeres por la Gracia” donde comentaban desde qué cirio venía mejor la luz hasta la duración exacta del padrenuestro.

Arzobispado en jaque: “Nunca habíamos visto tanto fervor”

La sede diocesana, alarmada por el “hambre de milagros” y los transportes masivos de madrugadoras, se apresuró a tomar cartas en el asunto:

  • Investigación interna: Un comité de tres monjas, un monaguillo y un exorcista aficionado analizó las estadísticas de nacimientos y confesiones.
  • Dictamen secreto: Se prohibió al párroco impartir sacramentos hasta nuevo aviso (ni bautizos, ni bodas, ni bendiciones de cochecitos).
  • Orden de traslado: Destino: parroquia de San Juan de los Arenales, en un pueblito cercano “para su paz… y la de los demás”.

“Yo solo repartía hostias, no genética”

En su despedida, el sacerdote declaró con sorna:

«Yo no reparto genes, reparto hostias. Si la gente sale agradecida… ¡bendito sea! Pero no soy Santa Rita; lo único que cumplía era mi horario de confesionario.»

Pese al revuelo, recibió abrazos, selfies y decenas de postres caseros: “tarta de chocolate bendito” y “empanada milagrosa” fueron algunos de los regalos más comunes.

¿Y ahora qué pasará en Bou de Arganda?

Los fieles planean movilizarse: han creado la página de Facebook “Traed de vuelta al cura” y organizan un rosario callejero cada tarde. Se rumorea incluso con un crowdfunding para costearle “una limusina con licencia papal” que le devuelva a su antigua parroquia.

Mientras tanto, en San Juan de los Arenales, preparan la alfombra roja para recibir al párroco más popular (y cotilleado) de Aragón.

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