Donald Trump amenaza con nuevos aranceles a Suecia si no le conceden el Nobel de la Paz

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Sueños de hamburguesas nobelescas

En un giro inesperado y un tanto surrealista de acontecimientos diplomáticos, Donald Trump ha amenazado con imponer nuevos aranceles a Suecia si no le conceden el Nobel de la Paz. Tal y como hemos sabido, el presidente de EEUU ha declarado en una rueda de prensa, o más bien en un encuentro gastronómico informal, que ha soñado cenando una hamburguesa con los reyes de Suecia. Al parecer, la ausencia de ketchup en el sueño fue lo que despertó su vena más reivindicativa.

¿Sueños con extra de cebolla o realidad alternativa?

En su intervención, que tuvo lugar en un escenario tan oficial como la nevera de la Casa Blanca, Trump hizo gala de su conocida habilidad para la retórica creativa. «Merecer Nobel de la Paz es algo que he soñado… literalmente», afirmó el mandatario mientras devoraba una Big Mac. Ciertas informaciones apuntan a que el presidente habría considerado también un intercambio cultural de albóndigas suecas por aranceles cero, pero este punto no fue confirmado ni desmentido por la embajada sueca en Washington D.C..

El apoyo internacional que al menos no viene del espacio

En medio de esta polémica culinaria, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu parece estar tomando cartas en el asunto a su manera. Durante una reciente visita a la Casa Blanca, presentó a Trump una carta en la que lo nomina formalmente para el Nobel de la Paz. «Hay quienes ven en este gesto un intento de guerra gastronómica con ingredientes pacíficos», aseguró un allegado no identificado de la Casa Blanca.

¿Un problema de geoestrategia o de géneros culinarios?

Mientras Trump persigue sus sueños de Nobel, Oriente Próximo arde con más de 57.500 fallecidos en Gaza.
Las fuerzas israelíes realizan detenciones en Siria, en un clima de paz que parece reservarse solo para las cenas oficiales.
En Yemen, los bombardeos vuelven a ser el plato fuerte del día.

No importa cuántos ingredientes se integren en esta sopa de noticias; lo único claro es que, al igual que su pasión por las hamburguesas, el sueño nobelesco de Trump necesita un aliño especial que no se encuentra en las tiendas de la diplomacia tradicional.