Los hechos han ocurrido en un parroquia del centro de Madrid.
Según hemos podido saber, el restaurador se encontraba trabajando sobre un andamio en la parte trasera del altar mayor de la capilla cuando, según la versión del propio imputado, y así consta en las diligencias «el martillo se le resbaló de las manos golpeándole el dedo meñique del pie izquierdo».
Tras el golpe gritó un «HOSTIAS, ME CAGO EN DIOS Y EN LA VIRGEN» que resonó en toda la Iglesia, con la mala suerte que se encontraban en ella unas 150 personas que asistían en ese momento a una boda y que el hecho ha quedado grabado.
Las denuncia por el presunto delito afirma que se incumple el artículo 525 del Código Penal:
«Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican». Su segundo apartado señala las mismas penas para «los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna».

El caso se juzgará por el delito contra los sentimientos religiosos aunque en el juicio la fiscal puede cambiar la calificación e incluir el agravante de que se produjo durante una boda con bastantes personas que sintieron muy ofendidas. Varias asociaciones católicas y diversos colectivos ya se han presentado para ejercer la acusación particular, entre ellas la ya archiconocida Asociación de Abogados Capillitas, que se suele presentar en todos los casos que se instruyen por blasfemia.