El arte de no ser saludado: un traje invisible podría ser la solución
Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana, ha dado un paso más en su trayectoria política –o tal vez en su carrera hacia el Premio Nobel de la Invisibilidad– al adquirir un traje supuestamente capaz de hacerlo desaparecer a simple vista. Según fuentes no confirmadas, el traje se habría conseguido en la famosa Tienda del Espía, ese misterioso local donde se entremezclan gadgets de dudosa utilidad y personas con sospechoso interés en no ser vistas.
«Con este traje, podré evitar el calor humano en la calle», habría declarado Mazón a un reportero que casualmente llevaba gafas detecta-invisibles. Pero, ¿es realmente efectivo el traje o se trata de un simple intento por desviar la atención de las más recientes controversias fotográficas?
Un presidente y un traje, dos historias de desaparición
Tal y como hemos sabido, el affaire del traje coincide con las turbulencias que rodean la llegada de Mazón al Cecopio durante la histórica DANA que azotó la Comunidad Valenciana. Desde denuncias por posible manipulación de imágenes hasta interrogatorios casi inquisitivos en la Fiscalía, el presidente parece estar viviendo un thriller político de bajo presupuesto, donde los trajes invisibles son la última esperanza.
- Feijóo distanciándose cuidadosamente de Mazón, mientras declara que «se debe investigar hasta el final».
- El PSPV reflexionando sobre cómo las matemáticas políticas no cuadran para una moción de censura.
- Una denuncia reciente en la Fiscalía Provincial de Valencia, metiendo más leña al fuego judicial.
Según fuentes consultadas, la estrategia del traje es un movimiento de puro arte político, ingeniosamente disfrazado de broma de mal gusto. Como si participara en un truco de magia incompleto, Mazón parece querer desaparecer tanto de la vista como de la memoria de sus críticos.
Conclusiones surrealistas, muy a la valenciana
Podríamos estar presenciando el preludio de una categoría de indumentaria política completamente nueva: los trajes para no ser visto ni oído. O, tal vez, sea simplemente otra cortina de humo en el tumultuoso escenario en el que se ha convertido la política valenciana.
Es cuestión de tiempo hasta que descubramos si el traje de Mazón pasa a formar parte de la folclórica historia política, o si solo termina siendo un apunte más en la larga lista de «estrategias cuestionables». Mientras tanto, lo único claro es que la invisibilidad parece ser la última moda en los círculos de poder valencianos.