Un nuevo hito culinario de dimensiones mundiales
“Amics de la paella catalana” busca conquistar los paladares desde la ONU
En una maniobra que amenaza con derrocar el mismísimo tartufo al trufiolí como el invento gastronómico del milenio, la asociación “Amics de la paella catalana” ha presentado una curiosa petición ante la Organización de las Naciones Unidas: proclamar la paella, pero ojo, no la ya mundialmente conocida paella valenciana, sino la “paella catalana”, como bien de interés gastronómico universal. Fuentes cercanas a la asociación aseguran que en sus tertulias ya se dibuja un paellódromo urbano y una ola de hermanamientos culturales basados en el arroz.
La receta del conflicto
La iniciativa se basa en la creación de un nuevo estándar de paella que, tal y como hemos sabido, se basa en un destello de distintas versiones europeas y una pizca de buena suerte. Al contrario de la receta clásica, que establece ingredientes casi sagrados — como el garrofó, tan duro de encontrar como una entrada para el Camp Nou —, la “paella catalana” ofrece una oferta más versátil, e incluso, según dicen, acepta santiaguiños y una pizca de azotea del Gòtic.
- 1 kg de arroz, el protagonista
- 2 kg de carne de pollo — imprescindible, pero solo si ha corrido libre, seamos honestos
- Judías verdes, por amor a la salud ‘verde’
- Ingredientes secretos de la abuela catalana al gusto
Sin embargo, ciertos críticos acogen la propuesta con escepticismo, considerando esta mezcla como una “saladura de ingredientes al azar” más que una receta autoctona bien definida. Tal es el caso de un conocido chef al norte de Vinaròs, que aseguró a la prensa, entre risas, que la propuesta es más surrealista que un cuadro de Dalí.
Conclusión: el arroz como nuevo campo de batalla
La movida se presenta como una suerte de gastro-política sin precedentes, una guerra fría culinaria entre Valencia y Cataluña. ¿Qué vendrá luego? ¿Una fiebre internacional por el caldo gallego envasado al vacío? ¿La declaración del jamón de York como patrimonio del fast food? A decir verdad, lo único cierto es que la paella, sea valenciana o catalana, seguirá produciendo debates acalorados… y estómagos satisfechos.