La culpa del apagón: el aire acondicionado de Pablo Iglesias, ¿una nueva arma de destrucción masiva?
En un giro inesperado digno de una novela de misterio, se ha revelado que el gran apagón del pasado 28 de abril que dejó a toda la península ibérica a oscuras tiene un culpable inusitado y singular: Pablo Iglesias y su poderoso aire acondicionado de estudio. Tal y como hemos sabido, las investigaciones del gobierno central y Red Eléctrica de España (REE) han apuntado hacia un uso excesivo de este aparato durante la grabación del popular podcast ‘La Base’.
Según fuentes consultadas, el aire acondicionado del estudio de Iglesias está catalogado como «el más potente de Europa», y sería el responsable de una voraz demanda energética jamás vista desde que un acorazado de la Segunda Guerra Mundial atracó en Barcelona para reabastecerse de combustible.
- La temperatura en el estudio de grabación fue descendiendo de manera dramática, al punto que el propio Iglesias bromeaba con compañeros sobre «grabar desde la Antártida».
- Vecinos olfatearon algo raro al ver como el contador de luz giraba a una velocidad preocupante, pero culparon inmediatamente al viento fuerte de abril.
- Desde REE, mientras tanto, intentaban domar las fluctuaciones con sus técnicas más avanzadas (y algunas invenciones como rezos a San Edison).
Por último, el informe publicado por el gobierno, que claramente no descarta ninguna teoría conspiranoica, ha indicado a las empresas privadas, las variaciones de tensión y una extraña sucesión de problemas técnicos como las raíces del caos eléctrico que según opinan entre risas hoy en Poble Nou, buscaba «introducirnos en la Edad de Piedra y obligarnos a beber horchata tibia».
Para when surge la pregunta: ¿Cubrirá el seguro de hogar de Iglesias el recalentón de una nación? Por ahora, se barajan sanciones menores como pagar la factura de Madrid entero durante un mes o perder el título del anfitrión más cool del hemisferio norte.
La Unión Europea y otros organismos internacionales observarán atentamente el desarrollo de esta sofocante tragedia, a la espera de que el viento sople en la dirección correcta y refriere el asunto.